SÁBADO 29 DE NOVIEMBRE, 18 HS. – ENTRADA LIBRE Y GRATUITA
SALÓN DE ACTOS DE LA FACULTAD DE DERECHO DE LA UBA
Arquitectos: Arturo Ochoa, Ismael G. Chiappori y Pedro Mario Vinent.
Banda Sinfónica de la Ciudad de Buenos Aires
Director: Carlos David Jaimes
Ludwig van Beethoven (1770-1827)
Obertura de “Egmont”, Op. 84
Felix Mendelssohn (1809-1847)
Marcha nupcial
Johann Sebastian Bach (1685-1750)
Jesús, alegría de los hombres
Tocata y Fuga en re menor, BWV. 565
Johannes Brahms (1833-1897)
Obertura del Festival Académico
Richard Wagner (1813-1883)
Obertura de “Los Maestros Cantores De Núremberg”
La Procesión de Elsa a la Catedral de “Lohengrin”
* El ingreso es por orden de llegada, no se requiere ticket para acceder

COMENTARIOS MUSICALES
La música alemana durante el siglo XIX asumió la herencia romántica -que provenía de la poesía y la filosofía- y la hizo fructificar. El punto de partida de este camino es la figura de Ludwig van Beethoven. Por eso este concierto abre con Beethoven y su obertura “Egmont”. Esta pieza es el primer número de una partitura de 1810 destinada a musicalizar la tragedia de Goethe que cuenta la historia del martirio del conde de Egmont en su lucha contra el Duque de Alba en los Países Bajos. La Obertura comienza de manera sombría, luego va reflejando la resistencia y finalmente, tras una pausa que refleja la muerte del héroe, desemboca en una triunfal redención.
Entre los primeros románticos en música se cuenta Felix Mendelssohn. Su corta vida (38 años) no le impidió viajar ni nutrirse desde niño en sus tertulias hogareñas junto a su hermana Fanny. En su infancia conoció el Sueño de una noche de verano de Shakespeare, que se representaba en el jardín de su casa, y para él compuso también una música incidental que termina con la famosa Marcha nupcial, utilizada en distintas versiones para casamientos en todo el mundo.
Fue precisamente Mendelssohn quien en 1829 redescubrió a Bach mientras trabajaba en Leipzig, con la ejecución de la Pasión según Mateo. Bach había quedado olvidado y los románticos fueron de a poco revelando su dimensión universal que hoy lo coloca en el centro de la historia de la música. De él escucharemos en este concierto el coral de su Cantata BWV 147 (escrita en Leipzig en 1723), conocida en español como “Jesús, alegría del hombre”. Su pregnante melodía hizo que fuera arreglada para las más diversas formaciones e instrumentos. También de Bach, escucharemos un arreglo de su famosa Toccata y Fuga en Re menor, producto de su capacidad como intérprete e improvisador de instrumentos de teclado. En su intensa actividad compuso numerosas obras para órgano. Entre las más comunes se cuentan las toccatas, obras virtuosas, de inspiración libre, y las fugas, basadas en una técnica del contrapunto barroco consistente en que varias voces se vayan sumando sucesivamente. Así surgió esta Toccata y Fuga, cuyo manuscrito nunca se encontró, pero que pasó a ser una de las obras por antonomasia de Bach a partir de su publicación en la década de 1830, gracias nuevamente a Mendelssohn.
Volvemos al siglo XIX y llegamos a Johannes Brahms, otro de los declarados émulos de Beethoven. Suele decirse que su nombre completa las tres B de la música alemana: Bach, Beethoven y Brahms. De su producción para orquesta (aquí arreglada para banda) escucharemos la Obertura para un Festival Académico, escrita en 1880 para la Universidad de Breslau, que le había otorgado al compositor un doctorado honoris causa. La pieza va citando los diversos himnos y canciones que los estudiantes solían cantar en su época hasta culminar en el “Gaudeamus igitur”.
Finalmente, cerramos esta fiesta musical con Richard Wagner, que representa una de las culminaciones del romanticismo alemán en su especialidad: la ópera, que luego desarrolló como “drama musical” y “obra de arte total”. De su producción escucharemos la Obertura de “Los Maestros Cantores de Núremberg” (1868), pieza jubilosa y potente en Do mayor, y de su ópera consagratoria Lohengrin (1850) la Procesión de Elsa en la Catedral del final Acto II, otra de las piezas instrumentales que suelen definir la radiante personalidad de su autor.
Daniel Varacalli Costas
Periodista. Musicógrafo. Profesor de Historia de la Música del ISATC.
Ex Jefe de Prensa y Director de Publicaciones del Teatro Colón.
UN TEMPLO GRIEGO SOMBRE NUESTRA AVENIDA MÁS GLAMOROSA
Luego del Teatro Colón y de la Torre YPF, la tercera escala en los ocho encuentros entre arquitectura y música que planificó la Fundación Konex para el décimo aniversario de su Festival, es en el edificio de la Facultad de Derecho de la UBA.
Quizás nos hemos acostumbrado, pero el edificio de la Facultad de Derecho es toda una rareza. Basta tener en cuenta que cuando en el año 1939 los arquitectos Arturo Ochoa, Ismael Chiapore y Pedro Vivent ganaron el concurso para construirlo en estilo Neogriego; en Mar del Plata, Amancio Williams (Premio Konex 1982) estaba proyectando la famosa Casa sobre el Arroyo (1942) bajo los preceptos de la Arquitectura Moderna.
El edificio para la Facultad de Derecho se terminó en 1949. Su frente tiene un pronaos de catorce columnas dóricas que vienen de la arquitectura griega. Incluye una galería, el Salón de los Pasos Perdidos, y el Salón de Actos que por iniciativa de la Fundación Konex fue puesto en valor en abril de 2019. Allí se destaca el óleo de Antonio González Moreno que recuerda la inauguración de la Universidad de Buenos Aires.
Las bases del concurso para la construcción del edificio tenían un requisito estilístico no menor: que la fachada fuera clásica y monumental. ¿Cuáles serían las razones de lo que hoy vemos como un tremendo dislate? Una razón importante seguramente fuera la de darle “carácter” a la obra, palabra que no existía en el vocabulario de la Arquitectura Moderna, que intentaba imponerse en la década del ’30. “Era imposible diferenciar una iglesia de un club obrero o una oficina de una vivienda de lujo”, dice Jorge Francisco Liernur en el Diccionario de Arquitectura en la Argentina. La solución a esa encrucijada vino con la llamada Arquitectura Monumentalista, en versiones que fueron desde el Clasicismo más puro al Modernismo.
Un detalle: en el jurado del mencionado concurso no participaron arquitectos. Todos eran abogados. La Sociedad Central de Arquitectos no sólo objetó tal “desprolijidad”, también la ubicación elegida para levantar el edificio, contraria a la idea de crear una ciudad universitaria.
El sitio original para la Facultad, en la confluencia de las avenidas Callao y Pueyrredón, tuvo que ser modificado porque se superponía con un futuro puente que cruzaría la parrilla ferroviaria de Retiro hasta conectar con Costanera. Lo trasladaron unos 250 metros más al noroeste, a donde estaban los filtros de Obras Sanitarias.
Su situación actual es privilegiada, sobre la Avenida Figueroa Alcorta, que representa lo más glamoroso de Buenos Aires. Flanqueada a un lado por la Floralis Genérica, al otro por el Centro de Exposiciones y Convenciones porteño y al frente conectada con el Museo Nacional de Bellas Artes.
Finalmente, el puente no se construyó, sin embargo, 85 años después la idea volvió a aparecer. Días pasados se conoció el proyecto para construir en el lugar un edificio puente -megaestación intermodal- que resuelva la conexión tren-subte-colectivo y a la vez unir el enclave de Facultad de Derecho-Centro de Convenciones y Exposiciones con el Barrio 31 y la Costanera.
Berto González Montaner
Arquitecto, Profesor Titular FADU-UBA
Editor General ARQ Clarín y Conductor de Crónicas Urbanas, Canal (a)